16 DE ENERO
Día Internacional de la Croqueta
Su origen es francés: su nombre deriva del verbo croquer (crujir) y de su variante femenina -en diminutivo- croquette (que podríamos traducir como “crujientita”). Sin embargo, su popularidad se extendió rápidamente por todo el territorio español, los Países Bajos y Sicilia.
Fue el aristócrata francés Louis de Bechamel, encargado de la cocina del rey Luis XIV, quien marcó el preludio a la creación de esta clásica tapa. El “padre” de las croquetas trabajaba como recaudador de impuestos y era superintendente de la casa del duque de Orleans. Pero, aunque la salsa bechamel lleve su nombre, no fue más que una dedicatoria o halago hacia su persona, como a menudo hacían los cocineros para la nobleza de la época. Una vez ideada y perfeccionada la salsa bechamel, le llegó el turno a la famosa croqueta.
La primera referencia documentada que se tiene es del año 1691 gracias al recetario Le cuisinier royal et bourgeois (“El cocinero real y burgués”) de François Massialot. Las dio a conocer con el nombre de croquets y no eran más que unas pequeñas bolitas de carne picada, huevo y otros ingredientes, empanadas y fritas.
Sin embargo, no fue hasta 1817, cuando el cocinero francés Antoine Cámere, conocido como “el Chef de los reyes”, le sirvió en una cena para el archiduque de Rusia unas croquettes a la royale, que finalmente es la receta que más se asemeja a la actual.
Este chef fue quien tuvo la brillante idea de hacer unas pequeñas bolitas con la salsa bechamel fría y para que tuviesen una textura crujiente al morder, las envolvió en pan rallado y las frió para darle el punto deseado. Desde ese momento pasó a formar parte como plato estrella en las mesas de la nobleza.
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